"Yo había soñado con chamanes cuando era niño, con sus vidas en los huecos de las rocas y sus cantos oscuros invocando desde las entrañas a los dueños de la vida. Fuego, agua, sol, piedra, tormenta.
Labios agrietados y mal aliento tan cerca de mis ojos. Buscaba algo mientras yo permanecía en silencio, sentado en la vieja silla de hierro. Y giró, todo cambió de rumbo en apenas un instante.
Vueltas y vueltas alrededor de mi figura, cada vez más rápido, y ese aullido constante que comenzaba en algún lugar de sus vísceras y se enrollaba en las figuras polvorientas sobre la mesa del rincón.
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