Todo comenzó con la enésima reestructuración de la casa.
Quedaban los cuadros de mi abuelo por colgar. Había que buscar el sitio ideal, que nunca llegaba…
Ya hacía días que José Manuel me iba comentado que los cuadros de mi abuelo no podían estar puestos en el suelo, esperando y esperando a ser expuestos en una pared. Llegó el día y los colgamos. Mientras estábamos en ello, le iba contando cómo era, más que por saberlo; ya que murió siendo yo muy pequeña, por las descripciones de mi abuela, mi madre y mi tía….. Estas últimas no hablaban mucho ya que el recuerdo de su muerte aun les duele y entristece. En un momento dado, José Manuel me preguntó que como era que pudiendo escoger otros, había resuelto quedarme con dos representaciones de la iglesia de Sant Féliu.
Ni me había dado cuenta hasta ese momento. De entre sus cuadros a los que tenía acceso, había elegido dos que se repetían. Dos panorámicas distintas de la mencionada iglesia. Era como si mi abuelo se repitiera en mi ya que plasmar en el lienzo la iglesia parecía una obsesión, como si al hacerlo se le transmitiera alguna percepción o mensaje ya que no sé cuantos cuadros de la iglesia de Sant Féliu había pintado como paisajista o en los concursos de pintura rápida que se organizaban en la ciudad.
En aquel momento se me hizo consciente un vínculo inconsciente con mi él. Me asombré al pensar que de todas las iglesias que tengo alrededor de mi casa a la única que voy es la de Sant Féliu.
La escogí en mi juventud para resguardarme del ruido mundano y poder conciliarme con mi ser interior e intentar proyectar en imágenes lo que mi alma a veces me ha querido comunicar. En esas paredes he llorado, he pedido, he reflexionado, tomado decisiones y me he dejado acunar por su silencio. La virgen de la Moreneta ha escuchado mis llantos, mis preocupaciones, mis dudas, mis porqués.
Ella salvaguarda el secreto de mi alma, mis deseos, que de alguna manera parece que estén inscritos en mi ADN porqué muchas veces ni sabía por qué deseaba con tanto fervor las cosas que a lo largo de los años se han ido de alguna manera materializando.
Colgados los cuadros empezó a surgir todo. En mi mente había muchas cosas, deseos, preguntas, intuiciones...estaba José Manuel antes de conocerle y en ella estaban todas estas historias que se están escribiendo.
Me di cuenta que desde hace años hay como una fuerza invisible que hace que aunque me quiera salir del camino, se empeña en volverme a poner en él, por casualidad o causalidad, sin pensar en ello, los elementos van apareciendo.
Ni plan ni diseño, la perspectiva del tiempo.
Arriba y abajo.
Saber mirar a los lados, en mí, delante y atrás en mi historia familiar.
Forjando un camino que va llevando a los hechos y evidencias. Y cuando parecía que se había dicho todo…. ¡aparece esto!.
Del libro "EL CÓDIGO BIGOU; Un secreto de Asmodeo en el Vallés Occidental".
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