Esto es un pensamiento de hace tiempo y que hoy comparto con vosotros. Es mi respuesta personal, al asesinato vil y canallesco de un amigo de muchos años. De muchas luces. De no pocas sombras. Capaz de grandes aciertos, y titular de muchos errores. Un hombre que supo amar a su pueblo, y odiar a sus enemigos. Fue Jefe de Estado por casi 42 años continuos. Un revolucionario sin par, que siempre creyó que América Latina sería el ecran apropiado para una revolución que involucre a todo el mundo subdesarrollado y amante de un cambio radical y profundo.
Fue asesinado en Sirte (su terruño natal), el jueves 20-oct-2011 (08h30). Fue masacrado junto al más joven de sus hijos, el incomparable Mutassin .
Junto a ambos, murió también asesinado el co-lider histórico de la Revolución Al Fatah de 1969, el General Abu Baker Yunis.
Por ellos he derramado lágrimas de hombre grande, sin avergonzarme de amar a estos hombres que a vez supieron amar la justicia, y concebir nuevos horizontes para los pueblos siempre vilipendiados y explotados por los mercaderes de sangre, las ratas inmundas del imperio y sus lacayos serviles de Europa.
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