Uno puede creer literalmente lo que lee en los periódicos, oye en la radio, ve en la televisión y lo que exponen los grupos mediáticos; es un modo seguro, garantizado, de estar en el mundo sin que aparezcan sombras, enigmas o motivo alguno de inquietud, Viviréis tranquilos, no os difamarán, no hablarán de vosotros, estaréis felices.
Llamaremos a este modo: “Versión Disney” de la historia, en ella el universo cotidiano oscila regular y previsiblemente entre una pareja de valores claramente delimitados y cognoscibles: la Derecha y la Izquierda.
Podemos también cuestionar esta forma gregaria de hipnosis y acceder paulatinamente al conocimiento de una historia secreta, invisible, negada por “las más diversas autoridades”, una historia que no coincide con los valores de la tribu y que rompe con numerosos tabúes. “En la democracia no existe nada similar a una clase dirigente. Los medios de comunicación son herramientas imprescindibles para mantener las libertades mediante la configuración de una opinión pública informada y responsable”.
Ante una pantomima como ésta, claro ejemplo de manipulación y desinformación, solamente cabe una sonrisa escéptica o una crítica breve, arrebatada y feroz. Existe la clase dirigente. La democracia es escasa o nulamente democrática. Nuestros destinos los rige el gobierno oculto, si, si, ¡¡¡ llamarme loco !!!, qué más da, ya estoy acostumbrado.
Los grupos mediáticos persiguen una política de ocultación y distorsión de los acontecimientos de acuerdo con los intereses de sus gestores propietarios, en el mejor de los casos, en el peor, nos encontramos ante un programa acelerado y premeditado de embrutecimiento ante el cual el “panem et ciercenses” de la antigua Roma constituye una mera anécdota, ahora hay Reality Shows, callejeros y programas que hablan de la vida de otras personas, más miserable que la nuestra, o eso nos hacen creer..
Si tratamos de rellenar este esqueleto con carne, es decir con nombres propios o vicisitudes históricas concretas, seremos inmediatamente tachados de paranoicos, falsarios, estafadores, hijos de un Dios Menor. Es un modo de desacreditar a los que mantienen posiciones incómodas. Perdamos el miedo, no nos ofusquemos, permanezcamos alerta. Lo que ellos llaman paranoia es un paso adelante en el camino de la salud mental y gracias a ello, una autopista hacia nuestra verdad.
Riamos.
Nada más serio que el humor. Nada menos divertido y auténtico que la sonrisilla de superioridad del ignorante que cuando juzga , que todo lo sabe mediante la prensa, la ciencia con minúsculas y los prejuicios.
JOSE M. MOSQUERA
PROLOGO DEL "OJO DE UN INICIADO"
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